domingo, 1 de septiembre de 2013

Ramón Llach Candell

Hijo de Vicente y Concepción, era natural de Torelló (Barcelona) y había nacido el 24 de mayo de 1875. Era hermano de los padres Jaime y Francisco y del hermano José, religiosos también del Instituto, de otros dos claretianos, de una religiosa vedruna y de otras dos casadas. A la edad de 12 años, en octubre de 1887, ingresó en el colegio Jesús, María y José de Sant Andreu de Palomar en calidad de aspirante a la vida religiosa y al sacerdocio entre los Hijos de la Sagrada Familia.Entre los colegios de Sant Andreu, Cambrils y Reus completó los estudios de humanidades y latín, retórica y poética, tres de filosofía y lugares teológicos, teología dogmática y moral. El 9 de junio de 1888 vistió el hábito religioso e inició el noviciado en Sant Andreu y el 2 de febrero de 1894 hizo los primeros votos en Cambrils, profesando perpetuamente el 2 de abril de 1897 en Sant Andreu. Entre septiembre de 1895 y septiembre de 1899 recibió las ordenaciones sucesivas hasta la ordenación sacerdotal, el día 23 del mismo mes.

El padre Ramón se dedicó desde muy joven a la docencia, sobresaliendo especialmente en la enseñanza de las matemáticas, de cuya asignatura llegó a ser consumado maestro. Además de su amplia y fructífera labor pedagógica, presidió durante varios períodos la comisión de enseñanza del Instituto y, en 1926, participó en la peregrinación a Roma del Magisterio Nacional, juntamente con el padre Manuel Cazador.

El padre Ramón Llach fue también un hombre de gobierno, tanto en la dirección de las varias comunidades y centros como participando en el gobierno general de la Congregación. Fue escritor y asiduo colaborador de La Sagrada Familia y de la Intención Mensual. Escribía tanto en prosa como en verso, en catalán y en castellano. En general, sus trabajos versaban sobre temas religiosos y más concretamente sobre la Sagrada Familia y la Congregación.

Como los demás hermanos Llach, el padre Ramón era muy inteligente y con clara inclinación hacia las ciencias. Era una persona de fe bien formada, con hondas raíces religiosas y cristianas. Atento y fervoroso en sus oraciones y en la misa diaria. Estaba siempre de buen talante, con ingenio, buen humor y alegría en las conversaciones familiares, dando una nota alegre en la vida de comunidad. Tenía mucho acierto en el trato con las personas, dejando siempre muy buen nombre en las ciudades donde trabajó y gran número de amistades. Era muy serio en el trato con los alumnos a quienes impartía una enseñanza sólida y al mismo tiempo atrayente. Se le consideraba un excelente maestro.

La revolución de 1936 le sorprendió en el seminario de Les Corts, pues era el ecónomo general y profesor del escolasticado. Estuvo en Girona hasta primeros de 1937, cuando, según parecía, la situación en la ciudad condal se había apaciguado un poco. Regresó, pues, a Barcelona, ejerciendo la enseñanza en la Academia Guiu en compañía de otros religiosos en espera de tiempos mejores para incorporarse a las comunidades.

El 17 de abril de 1937, a primeras horas de la tarde, él y su hermano Jaime fueron detenidos, trasladados a la central de las patrullas y después al control de la calle Muntaner- París, hasta ser conducidos a la prisión del convento de San Elías. Salieron dos días después para ser asesinados en el cementerio de Montcada. Contaba con 62 años de edad y 43 de vida religiosa. Sus restos mortales no fueron identificados y su desaparición fue inscrita en el Juzgado de Barcelona.

Pedro Roca Toscas

Hijo de Martín y Valentina, nació en Mura (Barcelona) el 7 de octubre de 1916. Dios bendijo aquel hogar cristiano con otros siete hijos, de los cuales dos murieron prematuramente, Pablo moriría también mártir y Casimiro sería sacerdote de la Sagrada Familia. Pedro Roca vivió en su familia un clima muy patriarcal y cristiano. Frecuentó la enseñanza primaria y, sobre todo, era monaguillo de la parroquia. En este ambiente nació su vocación. En 1927 ingresó en calidad de aspirante a la vida del Instituto en el colegio Nazareno de Blanes. Allí cursó humanidades y latín.

Durante el aspirantado estuvo gravemente enfermo de tifus, habiendo estado internado en el hospital de Blanes y recibido los últimos sacramentos. Superiores, compañeros y personal del hospital quedaron altamente sorprendidos del modo como sobrellevó la enfermedad. A los dieciséis años, vistió el hábito religioso de la Congregación en el colegio Sagrada Familia de Les Corts. Los novicios se trasladaron inmediatamente a Begues para iniciar el año canónico de noviciado en el colegio de San Luis, con el padre Martín Millet como maestro. El día 29 de septiembre de 1933 profesó en Begues en manos del padre Antonio Samá, nuevo superior general, y pasó al escolasticado de Les Corts. Por las obras de juventud que han llegado hasta nuestros días, puede colegirse que habría sido un poeta de primera categoría.

Pedro era de estatura mediana, más bien flaco. Por su bondad y religiosidad se captaba muchas simpatías. En el juego era muy animoso y optimista e incapaz de molestar a nadie. Tenía una clara tendencia a las letras, era muy aficionado a la literatura catalana y un poeta en ciernes. Mantuvo siempre su carácter jovial y alegre con superiores y compañeros. Respetaba a todos y era muy querido de todos. Muy dicharachero y ocurrente, comentaba con gracia las anécdotas que pululaban en aquellos días de cuantos alardeaban de ateos o anticlericales. Se distinguía por su coraje, empuje, espíritu emprendedor y capacidad de sacrificio. Sabía mantener igualdad de ánimo, tanto ante lo próspero como lo adverso. Era piadoso y fiel a las prácticas de piedad así como observante de las reglas y demás obligaciones propias de los escolares.

Al finalizar el curso, como cada año, los escolares tenían unas semanas de vacaciones en el Mas Loreto de Mosqueroles En el verano de 1936 el vestir con sotana por las calles era toda una provocación. La vida de los escolares transcurría distendidamente entre los actos de piedad, el tiempo de estudio del Magisterio o lectura, las veladas nocturnas, las excursiones, el baño y el día de retiro. Los días 18 y 19 de julio de 1936, los escolares teólogo ya habían regresado de sus vacaciones y estaban en Les Corts. El día 20 de julio el hermano Pedro, con los demás, salió del seminario y se dirigió a la casa de una familia amiga en la Bonanova. Al día siguiente regresó a Les Corts y, en medio de otras personas, vio con estupor cómo ardía el colegio-seminario. Permaneció unos días más en Barcelona intentando acomodar algunas religiosas en casas privadas, hasta que decidió dirigirse hacia Mura, su pueblo natal. Pensaba en la posibilidad de salir de la zona roja y pasar a Roma o a algún otro lugar para vivir su vida religiosa y completar sus estudios eclesiásticos en vistas a la ordenación sacerdotal.

La ocasión se le presentó cuando otros cuatro jóvenes, entre los que se encontraban su hermano Pablo y Pedro Ruiz, tomaron la decisión de intentar cruzar la frontera por La Pobla de Lillet. Estaban al corriente y la apoyaban los padres Millet y Morera, quien el 1 de abril de 1937 les celebró la santa misa y les dio la comunión, que iba a ser ya el viático para el viaje hacia la eternidad. Emprendieron camino hacia Berga dispuestos a todo con tal de conseguir su ideal. Una hora más arriba de La Pobla de Lillet fueron detenidos y conducidos al comité de Manresa. Desde allí fueron llevados inmediatamente hacia la prisión del convento de San Elías, de donde salieron para ser asesinados en el cementerio de Montcada, probablemente el 4 de abril de 1937. Contaba con 21 años de edad y casi 4 de vida religiosa. Sus restos fueron echados a la fosa común y su defunción y desaparición constan inscritas en el Juzgado de Mura desde 1942.