domingo, 4 de agosto de 2013

Pedro Ruiz Ortega

Hijo de Epitacio y Adela, era natural de Vilviestre de Muñó (Burgos) y había nacido el 11 de enero de 1912. Pedro tuvo trece hermanos, de los que sobrevivieron nueve, uno de los cuales, Gerardo, fue también religioso de la Sagrada Familia. Probablemente alumno del Patronato de San José junto con alguno de sus hermanos, fue acogido por su fundador y director don Valentín Palencia y en septiembre de 1925, lo acompañó en un viaje a Barcelona junto con otros diez alumnos que deseaban ingresar a la Congregación. Con su hermano Gerardo y otro joven entró en el colegio Nazareno de Blanes en calidad de aspirante a la vida religiosa y sacerdotal del Instituto. El día 25 de septiembre de 1927 vistió el hábito religioso e inició el noviciado en el colegio Sagrada Familia de Les Corts, precisamente el mismo día en que profesaba su hermano, que no perseveró. Entre sus compañeros figuraba José Vila, que moriría mártir también. Era maestro de novicios el padre Ramón Oromí, secretario general. Al año siguiente hizo la profesión religiosa en el noviciado y escolasticado de Les Corts, junto con José Vila entre otros.

Cursó los estudios de filosofía y teología bajo la dirección del padre Martín Millet como prefecto y entre noviembre de 1930 y diciembre de 1935 fue recibiendo las órdenes sucesivas hasta el exorcistado. Tuvo, con otros compañeros, la fortuna de asistir a la primera sesión del proceso para la causa de Canonización del Padre Manyanet que se celebró en la capilla del palacio episcopal de Barcelona, el día 17 de julio de 1931. Pedro Ruiz era un muchacho bueno, sano de pensamiento y de costumbres. Más bien listo y destacado en su amor por los estudios. De temperamento alegre y jovial pero con seriedad. Amaba mucho su vocación religiosa y sacerdotal en el Instituto, cuya misión por la familia en la educación e instrucción apreciaba y valoraba. Tenía muchos deseos de ser sacerdote. Encontró la muerte precisamente al intentar alcanzarlo. Era piadoso y observante, muy amante de la disciplina y fiel, hasta el punto de haber sido nombrado viceprefecto de los escolares jóvenes. Era entusiasta, emprendedor y activo, sabiendo organizar y amenizar al grupo de niños o de jóvenes.

La revolución de 1936 sorprendió al hermano Pedro Ruiz en la casa de verano de Mosqueroles, con el padre José Vila, recién ordenado sacerdote, 12 escolares filósofos y un coadjutor, en período de vacaciones, en calidad de viceprefecto. Debido a la huelga general habían quedado incomunicados con el Padre General, residente en Barcelona y los demás religiosos. A primeros de agosto, a pie, por el bosque o en tren, la mayor parte de ellos consiguió llegar a casa de alguno de sus familiares o conocidos. Los últimos en salir fueron el hermano Casimiro Roca con el padre José Vila y el hermano Pedro Ruiz. Llegados a Sant Julià, obtuvieron pases del comité para llegar hasta Vic, en donde descansaron un par de días en casa de la hermana del padre Vila y, con nuevos pases, partieron hacía Manresa y luego hacia Mura, donde el hermano Pedro Ruiz estuvo hospedado en varias casas mientras se ofrecía a cualquier trabajo para ayudar a las familias que le mantenían. Durante la estancia en Manresa, se les juntó el hermano Pedro Roca y, movidos por el mismo deseo, decidieron, junto con los jóvenes manresanos Pablo Roca y Francisco Rossinyol y el padre de familia José Pons, emprender la aventura de intentar cruzar los Pirineos y llegar hasta Roma para continuar los estudios eclesiásticos y ordenarse sacerdotes.

El 1 de abril de 1937, después de haberles celebrado misa el padre Magín Morera y de haber recibido la comunión, emprendieron camino hacia Berga, siendo detenidos y hechos prisioneros una hora más arriba de La Pobla de Lillet. Pedro Ruiz y los demás fueron enviados al comité de Manresa, y de ahí, rápidamente a la prisión del convento de San Elías, de donde salieron para ser asesinados en el cementerio de Montcada, probablemente el 4 de abril de 1937. Contaba con 25 años de edad y 9 de vida religiosa. Su cadáver fue echado en la fosa común y su desaparición se inscribió en el Juzgado de Barcelona.

Antonio Mascaró Colomina

Hijo de Antonio, jornalero, y María, era natural de Albelda (Huesca) y había nacido el 12 de marzo de 1913. Era el último de seis hermanos. En la familia, además, había dos tíos sacerdotes y otros parientes religiosos. Transcurrió su infancia en su pueblo natal, frecuentando la enseñanza primaria y haciendo de monaguillo en la parroquia. En 1924, por influencia de su tío, el padre Francisco Mascaró, ingresó en el colegio Nazareno de Blanes en calidad de aspirante a la vida religiosa y sacerdotal del Instituto.

Vistió el hábito religioso en el colegio Sagrada Familia de Les Corts el día 26 de septiembre de 1928, siendo nombrado maestro de novicios aquel año el padre Enrique Tatjer. Hizo la primera profesión el día 27 de septiembre de 1929. En un período de grandes acontecimientos para el Instituto, realizó los estudios eclesiásticos bajo la dirección del padre Ramón Oromí en el escolasticado de Les Corts.

Siendo ya teólogo, recibió las primeras órdenes, hasta el acolitado, en la capilla del palacio episcopal de Barcelona. La guerra civil truncaría, con la vida, su aspiración de llegar a ser sacerdote. Durante este curso de 1934-35, el hermano Antonio Mascaró, en un acto de confianza por parte de los superiores y de reconocimiento de sus cualidades, fue designado como ayudante del padre Honesto Tatjer, en el cuidado de los 6 postulantes que residían en Les Corts. De su personalidad destacan su afabilidad y simpatía, y el aire tímido y piadoso que constantemente le acompañaba. Su fidelidad, laboriosidad y su trato jovial y cercano fueron atestiguados por muchos de quienes tuvieron ocasión de compartir con él en la vida fraterna y comunitaria.

Entrando dentro de la nueva legislación, el hermano Antonio debió cumplir el servicio militar. Pero lo hizo como cuota, es decir, gracias al pago de una cantidad de dinero, debía hacer solamente el período de instrucción en el respectivo batallón. Durante la semana estaba en el cuartel y los fines de semana, en general, los transcurría en el seminario de Les Corts.

Ya desde el amanecer del día domingo 19 de julio, mientras las tropas del Batallón de Pedralbes se batían ya por las calles contra los milicianos, el hermano Antonio, que por indicación del padre Samá se había quedado a oír misa en la comunidad, hizo tarde y llegó cuando todo el batallón estaba luchando en la plaza de Catalunya: esta falta de puntualidad lo salvó, como indicaba el propio padre Samá, porque de sus compañeros quedaron pocos entre muertos y heridos.

Al no poder integrarse al batallón, fue directamente a casa de su hermana Dolores. Allí fue muy bien acogido y asistido, pero, dado que los vecinos le habían visto con sotana cuando iba a ver a su madre enferma, y era relativamente conocido, para evitar sospechas y no comprometer a toda la familia, decidieron que fuera a vivir a la calle de la Palla, en casa de don José Buira, que distribuía la revista La Sagrada Familia. Durante este período, Antonio se mantuvo recto y fiel a su vida de piedad y a las exigencias de su vocación.

Pero el 18 de enero de 1937, a raíz de los cañonazos procedentes de un buque muy alejado de la costa, fue apresado en la misma bodega bar en donde trabajaba. Su tío, don Fernando Mascaró, quien llevó la triste noticia a sus hermanos, fue también apresado y llevado a la misma cárcel de San Elías. Ambos, después de un fallido pago por su rescate de parte de una familia amiga, fueron sacados de las celdas el día 27 del mismo mes, asesinados en el cementerio de Montcada y echados en la fosa común. Contaba con 24 años de edad y casi 8 de vida religiosa. Sus restos mortales no pudieron identificarse pero se inscribió su defunción o desaparición, como la de Fernando Mascaró, en el Juzgado de Barcelona.

Roberto Montserrat Beliart

Hijo de Víctor y de Gertrudis, era natural de Reus (Tarragona) y había nacido el 17 de junio de 1911. Tenía dos hermanos mayores y tres más pequeños. Su padre y su hermano Victorino murieron también víctimas de la persecución de 1936. Su hermana Josefa es religiosa claretiana. Fue alumno del colegio San Pedro Apóstol de Reus, desde 1919 aproximadamente hasta 1922.

A los once años, sintiéndose llamado a la vida religiosa y al sacerdocio, ingresó en el colegio Nazareno de Blanes. El 24 de septiembre de 1926 vistió el hábito religioso e inició el noviciado en el colegio Sagrada Familia de Les Corts, siendo maestro de novicios el padre Ramón Oromí. Profesó el 25 de septiembre de 1927. Cursó los estudios de filosofía y teología en el mismo escolasticado y realizó las prácticas de enseñanza en el colegio de Huérfanos de Sant Julià de Vilatorta y en el colegio Nazareno de Blanes, como viceprefecto de aspirantes. El día 20 de septiembre hizo los votos perpetuos en el escolasticado de Les Corts. Entre noviembre de 1929 y marzo de 1936 fue recibiendo las órdenes sucesivas hasta el sacerdocio, que tuvo lugar el día 7 de aquel último mes y año.

El padre Roberto era de estatura más bien alta y delgado. Era algo nervioso, usaba gafas y tenía buenas cualidades para la música y para la pintura. Era muy piadoso, formal y observante, más bien riguroso y ascético, aunque, quizás, demasiado seguro de sí mismo. Era una persona competente y responsable, siempre atento a la buena enseñanza acompañada del buen ejemplo. Cumplidor de sus obligaciones, destacaba por su porte grave, piadoso, agradable y con vivo interés en cumplir bien su oficio. Rezaba con piedad en todos los actos comunitarios y durante los pocos meses que pudo celebrar la santa misa lo hizo con mucha atención y devoción. Se le recuerda como un religioso ejemplar, jovial y alegre. De carácter bondadoso pero al mismo tiempo impregnado de cierta gravedad. Estaba muy preparado en general y, sobre todo, muy entregado y celoso de su misión pedagógica. El padre Roberto era uno de los destinados a la delegación argentina que debía embarcar el 21 de julio de 1936. Terminado el curso 1935-36 en el escolasticado de Les Corts y en vigilias de embarcar, fue por unos días a Reus para despedirse de sus familiares.

A mediados de noviembre de 1936, los milicianos acordonaron la manzana en la que vivía el padre Roberto y registraron piso por piso, entrando donde estaba hospedado y llevándose a todos los que vivían en la pensión, al propietario y a otros religiosos a la cárcel del castillo Fue asesinado en los alrededores del mismo, probablemente en la fosa de Santa Elena, el día 13 de noviembre de 1936. Contaba 25 años de edad y 9 de profesión religiosa. Sus restos mortales no fueron hallados pero en 1940 se inscribió su desaparición en el Juzgado n° 8 de Barcelona.